Comer también es sentir cuando la ansiedad se sienta a la mesa

Kara Trigoso

Nutricionista - Nutricion con K

A veces el hambre no invita a comer; es la ansiedad la que llega primero. Se acomoda en tu silla, enciende pensamientos veloces y, sin que lo notes, tu plato se convierte en un refugio. No se trata de hambre real, sino de un vacío que busca consuelo. Comer también es sentir, y cuando la ansiedad se sienta a la mesa, nos recuerda que la comida es mucho más que calorías: es un lenguaje del cuerpo y del alma.

El murmullo interno que pide alimento

La ansiedad tiene su propio apetito: antojos urgentes, especialmente de azúcares, carbohidratos y alimentos “reconfortantes”. Es la química del cuerpo —cortisol elevado, sistema nervioso en alerta— que empuja a buscar placer inmediato. Sin embargo, lo que realmente está pidiendo no es comida, sino calma, presencia y escucha.

La ansiedad en la mesa no es un enemigo: es una señal. Un aviso de que algo dentro necesita atención.

Comer es sentir: una invitación a la conciencia

Cada bocado no solo alimenta tu estómago, también dialoga con tus emociones. Los sabores despiertan recuerdos, las texturas evocan ternura, los aromas traen escenas de infancia. Comer es un acto íntimo que conecta con tu historia, tus vínculos y tu manera de cuidarte.

Cuando lo hacemos de forma automática, la ansiedad toma el mando. Pero cuando lo hacemos con presencia, el alimento se convierte en un puente: entre cuerpo y mente, entre necesidad y cuidado, entre hambre y saciedad.

Estrategias conscientes para reconectar

Si la ansiedad se sienta contigo a la mesa, no la ignores. Dale un lugar, obsérvala y luego decide cómo cuidarte:

Respira antes de comer. Una pausa de 3 respiraciones profundas puede bajar la urgencia.
Pregunta a tu cuerpo: “¿Tengo hambre física o emocional?”
Come despacio. Saborea, mastica, agradece. La prisa alimenta la ansiedad, no al cuerpo.
Elige con consciencia. Prefiere alimentos que nutran tu sistema nervioso: grasas saludables, proteínas ligeras, vegetales ricos en fibra, infusiones relajantes.
Crea rituales de calma. Música suave, una mesa ordenada, un momento de gratitud.

Nutrición como aliado emocional

La nutrición funcional no busca imponer dietas rígidas, sino acompañar. Existen alimentos que estabilizan el ánimo, regulan el azúcar en sangre y aportan serenidad, pero más allá de lo que está en el plato, lo esencial es cómo te relacionas con él.

No se trata de prohibirte lo que amas, sino de comer con presencia, de escuchar lo que tu emoción pide en lugar de reaccionar automáticamente. Comer desde la conciencia es elegir amor en lugar de castigo.

Un acto de amor propio

Imagina que, en lugar de luchar contra tu ansiedad, la invitas a sentarse y le ofreces calma en lugar de exceso. Cada vez que comes con atención, te dices a ti misma: “Me escucho, me cuido, me respeto.”

La ansiedad puede acompañarte, pero no tiene que dirigir tu vida ni tu relación con la comida. Tú eliges cómo quieres nutrirte: con prisa o con ternura, con miedo o con amor.

Cierre

Que cada bocado sea una caricia a tu cuerpo y un abrazo para tu corazón. La próxima vez que la ansiedad toque tu puerta, recuerda: no siempre se trata de comer menos o diferente, sino de comer sintiendo.

Nutrirte es reconectarte 💚.

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